Las izquierdistas y los asientos reclinables

Las izquierdistas y los asientos reclinables.

Las izquierdistas se han convertido en un problema de seguridad pública en el transporte interurbano . Y si no solucionamos el problema inmediatamente, empeorará. Aquí, seguido, se relatan aspectos del problema y cómo solucionarlo. Este es un problema que se da en los autobuses interurbanos. No se dan los trenes porque actualmente los trenes tienen unos asientos que no sea echan para atrás sino para delante . Es decir, el respaldo no se mueve, sino que se inclina hacia delante su parte exterior y, también, el asiento se desplaza hacia delante. Con lo que no se ocupa el espacio de detrás del asiento cuando éste está en vertical.

1. El problema es que últimamente se producen actitudes agresivas hacia viajeros de autobuses interurbanos. Estas actitudes tienen su origen cuando los viajeros echan el respaldo del asiento para atrás. El respaldo es reclinable y se puede echar para atrás. No sólo se puede echar para atrás sino la persona que ocupa ese asiento tiene todo el derecho a hacerlo hasta su tope.

2. La actitud agresiva viene de mujeres de entre los 20 y 40 años. Ellas son el 90% de las que tienen esta actitud. No toleran. No están dispuestas a que nadie les quite su espacio vital. Aunque eso de espacio vital, para ellas significa el espacio del resto de los viajeros. Ese 90% son izquierdistas.

3. Una actitud agresiva que inevitablemente está condenada a la derrota y al fracaso.

4. Los autores intelectuales de esta campaña de violencia son la izquierda, feminismo y los medios oficiales de propagación del feminismo .

5. Ellas no quieren entender que cuando alguien paga el billete de un viaje, paga por un asiento y por todo lo que se puede hacer con el asiento. Incluso si esto significa reclinarlo para estar más cómodo. Porque quizás elige ese transporte precisamente para eso. Para viajar cómodo y no tener que conducir el propio coche.

6. Parece ser que hay una minoría de gente que no lo sabe y otra que no lo quiere saber. No se quieren dar por enteradas. Quieren utilizar los viajes de la gente como otro de sus campos de batalla. Otro de sus frentes.

7. Sólo hay un caso dónde es o puede resultar un inconveniente. Y en ese caso es el propio viajero el que debe indicar en la taquilla la circunstancia. Esta circunstancia es que el viajero tenga una altura fuera de lo normal. Si no comunica nada en la taquilla y las filas de asientos están muy pegadas las unas a las otras, se estará dando con las rodillas en el asiento de delante. El viajero de delante no tiene la culpa. Por eso sí en la taquilla le dan un asiento donde no tiene nadie delante no habrá problema.

8. Es cierto que cuando se dan este tipo de conflictos entre viajeros causados por estas actitudes agresivas y los conductores son informados suelen actuar rápidamente. Le comunican a la agresora que si no cesa en su actitud va a abandonar el autobús. Y tiene que ser así porque sino a los viajeros no les quedaría otra opción que llamar a la policía.

9. Este problema se evitaría de una manera muy fácil. Todo se arreglaría si en las ventanillas en donde se venden los billetes y en los billetes se avisara de que el pasajero de delante de usted tiene el derecho a echar el asiento para atrás hasta el tope. Sin pedirle permiso de ningún tipo. Lo único sería lógico que por si acaso el pasajero de delante avise al pasajero de atrás de que va a hacer la maniobra. Por si acaso tiene las piernas desplazadas hacia delante y al hacerlo de golpe, le puede dar un pequeñito toque. Y un problema más solucionado de golpe. Pero, ¿por qué no lo hacen? ¿Por qué no lo solucionan? ¿Por qué los viajeros tienen que ser intimidados cuando han pagado su viaje? Los viajeros no se tienen que ver sometidos a ningún tipo de intimidación mediante la violencia victimista verbal y ser molestados físicamente por la victima enfermiza que tienen detrás. Está en nuestras manos solucionarlo pero, ¿cómo?

10. En primer lugar, pidiendo a las compañías de autobuses que pongan carteles en las taquillas, con letra bien grande, donde expliquen los derechos de los pasajeros a echar el asiento para atrás. En los cristales de las taquillas y en los billetes. En segundo lugar, apoyando a la gente agredida. Que en muchísimos casos suelen ser mujeres. Las socialistas saben distinguir entre una mujer débil y una mujer fuerte. Y cuando ven a la posible víctima no paran hasta conseguir doblegarla. En cuanto veamos que alguien tiene ese problema, estamos alrededor y hemos visto que ha pasado, tenemos que ofrecer apoyo a la persona agredida y tener en cuenta un aspecto importante. Normalmente éstas agresoras harán una acusación falsa. Pondrán una queja en la compañía. Porque, por supuesto, se han vulnerado sus derechos. La persona agredida tiene que dar al conductor su número de teléfono por si se quiere poner en contacto a consecuencia de la queja que ponga la agresora. Pueden poner la queja nada más llegar al destino o en días posteriores. La gente que está alrededor de la persona agredida debe dar también su número de teléfono y dirección de correo electrónico al conductor para servir de testigos. En los autobuses hay testigos y las denuncias falsas no valdrán para nada. Adelante.