Airbnb y el marxismo cultural

Airbnb y el marxismo cultural

1. Los monstruos los hacemos nosotros. Google, Microsoft y Airbnb son varios ejemplos. Y los hacemos, generalmente, dando más pasos más peso a las valoraciones subjetivas qué hacemos de ellos que a las objetivas. Muchas veces es por cuestiones de moda, o recomendaciones, por las noticias que de ellos inundan los periódicos, por necesidad de estar a la última o por algún otro motivo del estilo. Al principio, había muy poca diferencia entre Google y el resto de los buscadores. Y de hecho, hoy en día, hay que probar de múltiples maneras, durante varios días y en diferentes ocasiones esos días, para obtener una variedad suficiente de resultados positivos o, simplemente, para encontrar exactamente lo que buscas. Microsoft le debe todo a la piratería de la que se queja. Cuando ni siquiera se podían copiar cosas entre programas, cuando los programas eran muy limitados, cuando los ordenadores eran demasiado caros, cuando no merecía la pena gastarse el dinero que costaban los programas porque no se le sacaba utilidad ni rendimiento económico, sólo la piratería dio opciones a empresas como Microsoft e hizo que sus programas tuvieran éxito. Y las decisiones también se tomaban subjetivamente. Simplemente, por ejemplo, por poder conseguir una copia gratis de ese programa.

2. En un principio Airbnb y Wimdu se diferenciaban muy poco entre sí. Llegó un momento en que Windu tenía un número suficiente de habitaciones a precio bajo para poder haber adelantado Airbnb. Pero la gente inclinó la balanza hacia Airbnb por cuestiones subjetivas. A la vez que quienes alquilaban las habitaciones lo hicieron por la comodidad de no tener que gestionar dos calendarios en dos sitios web distintos para la misma habitación. Hace poco Wimdu hizo en España una fuerte campaña publicitaria en televisión consiguiendo que se sumaran más arrendadores de habitaciones de precios bajos a su plataforma. Pero no con la suficiente variedad ni una cantidad variada de poblaciones grandes cpn presencia de ese tipode habitaciones. Ahora Wimdu puede conseguir muchos de estos arrendatarios si tienen la habilidad suficiente.

3. Airbnb es lo que prometía ser. Ya decían desde un principio que ellos querían crear una Comunidad. Sí, pretendían las dos cosas: ganar dinero, hacer creer a sus clientes que no se dedicaba a ganar dinero sino a algo guay como a crear Comunidad. Pretendiendo dárselas de couchsurfing.com, los izquierdistas no hacen negocios, no especulan, no tienen empresas. No, no, qué va. Ellos hacen todo eso pero dicen que lo hacen para salir del paso, para buscarse la vida. O como Airbnb, para crear una Comunidad. Hacerse de oro creando Comunidad. Debe ser que conocen bien a los izquierdistas y saben que la mejor manera de ponerlos a trabajar y sacarles el dinero, es hacerles creer que están participando de algo guay. De algo guay y colectivo, de Comunidad.

Tan grande fue el sentimiento de comunidad que despertó en algún izquierdista que algunos de ellos “exigían” en la descripción de sí mismos, en sus propios perfiles, que sus futuros clientes les contaran su vida. O sea, que pagues, como en un hotel, y que le cuentes tu vida al dueño. Hace falta estar pirado, hace falta tener cara. Hace falta ser un sinvergüenza. Airbnb ponía de su parte creando Comunidad, y pedir a sus clientes que dieran información personal en su descripción. Vamos, como si fuera couchsurfing. Como si fuera que te ofrecen una cutre habitación con un imposible colchón y, a cambio, tú le tendrías que contar tu vida. Eso es hacer Comunidad. Hace falta tener cara. Es como si vas a comprar algo y le tienes que contar tu vida personal al tendero. Solo a un izquierdista se le podía ocurrir eso. Creando Comunidad, como en China, como hace el PCCh. Ellos también hacen Comunidad así.

4. Airbnb es una organización política. Una organización político-empresarial. Tenía fundamentos ideológicos para imponer a sus clientes, a los clientes de SU Comunidad. Y han esperado el momento oportuno para aplicar todo el peso de su Comunidad ideológica sobre sus clientes: una posición de monopolio relativo sobre el marcado. El que le hemos dado todos. Como con Google.

5. A Airbnb le importa muy poco la discriminación. A decir verdad, le importa una mierda. De hecho, desde hace años, muchas arrendatarias de habitaciones ponían, públicamente, en sus perfiles que era sólo para mujeres, prohibido hombres. Pero esa declaración pública de discriminación a los hombres, a Airbnb le parece muy bien. Lo que le parece mal es la educación de los arrendatarios de habitaciones para rechazar con delicadeza a quien no quieran tener como cliente. A Airbnb le importa muy poco la discriminación. De hecho, su valoración de discriminación es marxista cultural. Si vas a montar un negocio para forrarte de dinero, como Airbnb, sabes que la gente va a rechazar a posibles clientes por muchos motivos. Pero han esperado hasta ahora porque tan importante es para ellos el marxismo cultural como el dinero. Si hubieran querido evitar los rechazos a clientes desde un principio, lo podrían haber evitado sin ningún escándalo ideológico: obligatoriedad de aceptar a cualquier cliente sin ningún tipo de explicación. Y a ver con esas exigencias quién se apuntaba en Airbnb. Y, podrían haber evitado lo anterior obligándoles a contestar inmediatamente a una petición de alojamiento. Y compensando a los clientes cada vez que fueran rechazados. Pero el objetivo de Airbnb no era ese. Su objetivo era un objetivo político. Un objetivo político de raíces ideológicas: el marxismo cultural. Los objetivos de Airbnb son: hacer dinero engañando a sus clientes y hacer política. Hacer política con el dinero que han sacado a sus clientes engañados.

(Continuará)

1. Política contra la discriminación de Airbnb: apostamos por la inclusión y el respeto
2. Airbnb’s Nondiscrimination Policy: Our Commitment to Inclusion and Respect
3. Airbnb Goes Full SJW And Demands Users Host Deviants Of Every Kind In Their Home