Airbnb y el marxismo cultural (5)

Airbnb y el marxismo cultural (5)

Una vez más hemos tenido teatro de la izquierda con respecto a Airbnb. El mismo que el de la “derecha”. Igual, igual, igual. Son los mismos. Durante los últimos años hemos tenido el teatro de Airbnb como antes teníamos el de Gibraltar. Antes de las elecciones todo el mundo se acordaba de Gibraltar. En especial, la izquierda. Una vez pasadas las elecciones a la izquierda se le olvidaba Gibraltar, como se lo olvidan los pobres. Los últimos años Airbnb salía en las noticias con anterioridad y proximidad a los periodos de vacaciones. Y lo hacía con más fuerza allí donde la importancia del turismo es mayor. Como cada Comunidad Autónoma tiene capacidad para legislar sobre el asunto, las medidas han sido distintas dependiendo de varios factores. Factores como el momento y la intensidad de la crisis, proximidad de elecciones, los números de plazas vacías en los hoteles en periodo vacacional, número de parados en la zona, número de habitaciones en alquiler. Y de otros cuantos factores. Estos últimos meses no hemos oído gran cosa porque es invierno. Y de las últimas cosas que sabemos es que la izquierda, en Barcelona, hizo el paripé de querer solucionar algo. Bueno, a Colau el intento le salió mal. La idea era buena. Multar a una empresa izquierdista, el Ayuntamiento izquierdista se lleva el dinero y lo reparte en subvenciones a grupos izquierdistas. Redondo. Pero, no salió bien. Otra vez será. El caso es que, como todos sabemos, si se quiere solucionar , la situación es muy fácil. La mayoría de los propietarios de habitaciones y de los que las alquilan son izquierdistas. Lo único que tienen que hacer es dejar de ir a esas habitaciones y dejar de alquilarlas. Por lo tanto, lo tienen muy fácil. Solo tienen que ir a la Delegación de Hacienda y decirles que quieren pagar el dinero de impuestos que no pudieron pagar en su día.

Y, mientras tanto, los hoteles parece que son incapaces de gestionar la situación. Y no lo tienen muy difícil porque hay muchas soluciones a mano. Por ejemplo, la siguiente. Los hoteles pueden gestionar las habitaciones . Pueden gestionar las habitaciones de su zona, de su barrio, de su distrito, de su ciudad. Un hotel individualmente, dependiendo de su capacidad, puede hacer todo eso. Y no tienen por qué incluirla dentro de su sitio web. No tienen por qué mezclarlas con su reputación. Y el que las habitaciones o casas no fueran de mucha calidad no tendría por qué influir en su reputación. De hecho, la reputación de Airbnb, es buena y se ha labrado con habitaciones cutres y habitaciones menos cutres. Los hoteles simplemente tendrían que comprobar, en una primera instancia, la calidad de las instalaciones y el colchón. Asegurarse de que las fotos se ajusten a la realidad. Asegurarse de que la habitación que se alquila, con las camas de la foto, es la que sale en el sitio web, y no otra. No tendrían por qué incluirla en su sitio web. De hecho, las páginas de buscadores de habitaciones de hoteles las podrían incluir directamente en sus buscadores, buscadores modificados y adaptados a la circunstancia. En ellas podría aparecer que ha sido supervisado y que es gestionado por tal hotel. Y de hecho, eso sería muchísimo más de lo que pasa ahora. Porque ahora no las supervisa nadie. La situación legal quedaría solucionada, lo mismo que la situación fiscal. Los hoteles le quitarían a los propietarios mucho trabajo administrativo, fiscal y legal porque el hotel se encargaría de todos esos aspectos que correrían a su nombre y gasto. Los beneficios se reparten en tres: propietario, buscador habitaciones y hoteles. Todo el mundo contento menos los marxistas sociales.

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