Airbnb y el marxismo cultural (4)
Airbnb fue capaz de utilizar a su favor ciertas ventajas que existían en el mercado. Por un lado, instrumentalizar a los izquierdistas para su beneficio económico. Por otro lado aprovecharse de una franja económica y de necesidades de las que los establecimientos hoteleros existentes no hacían ningún aprecio. No sólo no hacía ningún aprecio sino que no les importaba nada.
Para numerar, de alguna manera, las ventajas y desventajas que tenía Airbnb cómo podemos citar las siguientes.
Ventajas.
1. Trato directo con el dueño.
2. Ubicaciones variadas por toda la ciudad.
3. Posibilidad de encontrar alojamiento a un precio bajo en el centro de la ciudad.
4. Uso de cocina.
5. Zonas de ubicación tranquilas.
6. No tener compañeros de pasillo como en los hoteles.
7. La franja de en torno a los 20 € por habitación.
Desventajas.
1. Retraso en la confirmación de la reserva de la habitación.
2. Limpieza.
3. Cambio de sábanas y toallas.
4. Colchón.
5. Relación calidad precio.
6. Calefacción.
7. No tienen siempre internet por cable disponible para el cliente, sino wifi.
8. No emiten facturas.
9. Airbnb cobra al hospedador y al huésped.
10. El cliente principal de Airbnb es el hospedador y no el esperado. El trato privilegiado y la información privilegiada es hacia el hospedador y no el cliente.
11. No querer resolver los problemas. El ejemplo más famoso es el del tabaco.
12. Comentarios en los perfiles de hospedadores que no informan de la realidad.
La principal ventaja que tenía Airbnb con los huéspedes, con respecto a ellos, era la posibilidad de utilizar la cocina. Porque aparte de eso sÓlo tenía otra diferencia con respecto al resto de los establecimientos hoteleros existentes: la franja de precio por habitación en torno a los 20 €. Esta es la franja más utilizada. 20 €, un poco más o un poco menos. Ahí también hay que añadirle la comisión que Airbnb cobra a los huéspedes. Otra de las ventajas evidentes es el silencio en estos lugares. Las casas generalmente son viviendas que no están en calles muy ruidosas. Las habitaciones no dan a la calle y los dueños tiene una de una vida de trabajo normal que les lleva a acostarse a las horas habituales y no a la que a las que lo hacen los turistas y visitantes que están aprovechando todo el día para visitar la ciudad. Hay algunos de los pisos de Airbnb en los que los dueños los han reformado completamente, no viven en ellos, y tienen todas las habitaciones en alquiler. En estos casos, el silencio deja que desear. Y no porque necesariamente, el resto de los huéspedes hagan ruido, sino porque el ruido natural de entrar y salir de las habitaciones y de llegar un poquito tarde, si lo hacen varias personas incrementa la constancia del ruido. Son esos pequeños detalles los que hicieron interesante esta forma de hospedarse. El uso de la cocina también fue relevante porque hay gente que por necesidad o por ahorrar le era imprescindible el poder hacer uso de una cocina.
Dentro de las desventajas más destacables está el retraso en la confirmación de la reserva. Esto puede dar lugar a que el tiempo invertido en la reserva, el tiempo de retraso y el hecho de poder perder precios interesantes de otras habitaciones hagan que ese dinero perdido supere con creces el valor el dinero que se pretende ahorrar. A los de Airbnb les da igual pero los clientes gastan mucho tiempo haciendo las reservas y esperando a que le respondan que no. Ese tiempo vale mucho dinero y los clientes no se lo pueden cobrar Airbnb. Además, si la reserva se hace con poco tiempo o en unas fechas muy concurridas, el hecho de que no responda el hospedador o lo haga tarde y negativamente, hace que en muchas ocasiones se pierdan oportunidades de precios razonables y sólo queden los precios caros. Y para eso te podrías haber ido a un hotel y lo reservas en cinco minutos y te olvidas de todo.
La limpieza es otra de las desventajas. No es que la falta de limpieza sea algo generalizado pero hay muchos casos en los que la limpieza deja que desear. Y si no lo hace el primer día, lo hace en los siguientes. Los izquierdistas de copiar algo, tienen la tendencia a copiar lo peor. Hace muchos años los hoteles cambiaban las sábanas todos los días. Porque se pagaba el mismo precio todos los días. Y porque en el precio se suponía incluido el cambio de sábanas. En Airbnb, los izquierdistas, en general, no ofrecen cambio de sábanas y toallas cuando llevas unos días. Se lo tienes que pedir tú porque de ellos no sale. Y con respecto a la limpieza lo mismo. Como en todos los aspectos de la vida, las confianzas que cogen los izquierdistas, saca de ellos lo mejor que tienen.
Lo más abominable que existe en este tipo de habitaciones son los colchones. Y es bastante lamentable que los izquierdistas no hayan entendido que se paga, principalmente, por un sitio en el que al menos se va a pasar ocho horas tumbado. No se molestan en comprar un colchón nuevo cuando empiezan a dedicarse al negocio ni tampoco cuando ha pasado un cierto tiempo. Porque ellos bastante favor están haciendo a los clientes de dejarlos dormir en su casa. Y eso a pesar de que existan actualmente buenos colchones y a precios muy baratos. Es muy raro encontrar un colchón decente en el que dormir en las casas de Airbnb. Y en algunos casos, el remedio es peor que la enfermedad. Hay algunos dueños que piensan que sus clientes son faquires o algo así. Porque cuando cambian el colchón, lo cambian por uno nuevo más duro que una tabla de madera. Airbnb no tiene ningún control sobre esto. Los clientes no dejan comentarios sinceros sobre la calidad de los colchones. Es muy raro encontrar alguno. Y muchos de estos clientes lo hacen porque no es guay quejarse cuando el hospedador es guay. Con lo cual los comentarios sobre los alojamientos no sirven para nada o son engañosos. Otros lo hacen porque volverán y les da igual fastidiarse y aguantar un poco el colchón de mala calidad porque no tienen otra opción a un precio barato por los alrededores o en esa ciudad. Y dentro de la mala calidad de los colchones hay diferencias. Hay algunos que son insufribles y otros en los que más o menos se puede dormir.
La relación calidad precio es mala. Y para esto hay que tener en cuenta, por supuesto, el resto de las desventajas. En Airbnb se paga por lo que se tiene. Ni más, ni menos. No podrían cobrar más porque sería muy caro. Deberían cobrar menos, pero entonces a los izquierdistas no les gustaría. Los izquierdistas piensan que no se gana dinero. Lo que no se han parado a pensar es cómo lo harán los hoteles, que además tienen que pagar empleados, impuestos e inversión en el hotel. Dentro de los capitalistas, los izquierdistas son los peores. Son los peores porque no se conforman con un pequeño margen de beneficio. Los izquierdistas quieren mucho margen de beneficio. Quieren que los demás paguen impuestos pero ellos no los pagan.
El problema calefacción es otro de los puntos interesantes con respecto a los beneficios y al dinero que los hospedadores no están dispuestos a perder. Se supone que un establecimiento tiene que tener unas condiciones ambientales confortables para poder estar. Pero si al hospedador no le interesa porque, si no, no gana el dinero que quiere, tú no tienes calefacción no ya en tu habitación sino tampoco en el piso. Por la diferencia que te cuesta es mejor ir a un hotel, si es que no necesitas la cocina, y allí por lo menos tendrás calefacción en invierno. Esto ocurre todavía más en las ciudades de corto invierno en las que aunque tengan calefacción, no la ponen, porque total, ellos están todo el año con calor. Pero esto se cumple. Los izquierdistas no quieren gastar dinero con los huéspedes que dejan dinero por su mierda de colchones.
A Airbnb no le gusta solucionar los problemas. Y sobre todo si la solución es fácil. El principal problema reconocido por Airbnb es el problema de la convivencia entre fumadores y no fumadores. Pero no se han molestado en crear una opción de filtro para que los no fumadores no tengan en los resultados de la búsqueda, pisos que sean aptos para fumadores. Pisos en los que, por lo tanto, se fuma. Y entonces, al huésped, al cliente, en su búsqueda de habitaciones no le queda otro remedio que abrir habitación por habitación y comprobar si dentro de los servicios que se incluyen está el de apto para fumadores. Es decir, hacer perder tiempo a los clientes y hacerles perder, por lo tanto, dinero. Eso en el mejor de los casos porque como no se den cuenta se pueden estar metiendo en un “fumadero de opio” que ellos mismos han elegido.
(Continuará)